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La mejor tarjeta de crédito del mundo es aquella que tu mismo te gestionas. Hace 20, 30 años prácticamente todo aquel que quería comprar un bien o contratar un servicio se valía de dos cosas muy útiles: previsión y ahorro. Previsión porque un tiempo antes de necesitar el bien o el servicio se paraban a reflexionar sobre aquello que mas podrían necesitar y para lo que deberían disponer de efectivo.

En principio esto parece complicado pero es cuestión de utilizar la mente, la cual tenemos olvidada. Inmediatamente después de ello entraba en juego el ahorro, quizá la partida presupuestaria más importante en la economía de cualquier familia. Con estas dos cosas te ahorras gastos adicionales, intereses, comisiones, etc., pagando los precios justos por las cosas que adquieres y de paso te ahorrabas también quebraderos de cabeza.


La elección es sencilla, la mente tarde o temprano la tendrás que utilizar. Tu decides para qué cosas. Para cabrearte por las injusticias de los demás o para tu propio beneficio personal y económico.


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